Pascuala despertó con un antojo.
Tenía pendiente un pecado que le estaba esperando desde que había decidido jamás volver a rezar.
Habían pasado tantos años que no repasaba un amén, que había olvidado la desolada sensación de arrepentirse por los antojos y el sentir.
Con los deseos desparramados caminó la ruta que le llevaba siempre a redimir. Sin miedo, sin pausas, sin perdón que pedir, le encontró ahí.
Pascuala ha decidido quedarse ahí sin amén y un montón de antojos para sentir.
cieloazzul.
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3 comentarios:
Cuando se canse dile que me escriba.
:)
Besos.
Cuando por un amor se cuestiona, si ha sido una virtud o es un pecado la fuerza que lo impulso a cometerlo ... seguramente ese no es el amor soñado.
Un beso inmenso y nunca el olvido, sino el recuerdo sonriente en mi corazón.
Juan
Y la entrada me dejó curioso por saber más de Pascuala...
Puedo seguirte????
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