jueves, diciembre 20

Aurora...

Toda ella era una caricia al deseo, un pecado imposible y una prohibición latente en cada sentir, Aurora tenía en su andar de gata un rastro de lamento ahogado que la vestía de orgasmo de caramelo y antojo por sentir.
En su andar cotidiano se le resbalan todos los recuerdos, los abrazos y las despedidas obligadas que la vida arrastra, amores de todas edades le anidaban en el vientre y besos inventados le abrazaban soledades.
Un amor con todas sus letras le escurría por las tempestades hormonales y tantos más sentires le ahogaban aquel recuerdo con nombre largo y extranjero que le permanecía.
Cada Diciembre Aurora se disfrazaba de adviento y se permitía retornar al mismo escenario en que vivió la única noche buena que las tradiciones no cuentan, así, cada celebración le dejaba un sin fin de lagrimas ácidas y corrosivas.
La misma noche en que el mundo entero celebra el nacimiento del redentor, Aurora abrazaba con sus muslos la cadera de su salvador, pariendo entre gemidos y un compás musical el único amor al cual celebrar navidad tras navidad justo cuando el alba atravesaba su entrepierna con el cometa fulgurante del sexo de su redentor.
Entre paja y pesebre, un amor universal se arrullaba en un suspiro eterno, en una larga existencia moribunda como testimonio del verdadero amor que muere y resucita en cada evocación.
Aurora sabía que a pesar de los silencios y la locura de su sacrilegio no habría Navidad más sentida que la que el nacimiento de un amor santificado y pecador.
Como una virgen exiliada de su propio paraíso, como un mortal arrebatado por las penurias, ellos dos, Aurora y su redentor con nombre largo y extranjero se prometieron atravesar el desierto de sus soledades saltando sortilegios y relámpagos amenazantes, pidieron mil veces posada en los corazones huérfanos, bebieron lagrimas con sabor a imposibles, comieron de sueños mancos que les indigestaron la esperanza y se ofrecieron mustiamente al crepúsculo de la nochebuena con el frío de lo inevitable vistiéndoles el cuerpo y el fuego divino haciendo hoguera en sus sexos encontrados.
Un portal desvencijado con una sola ventana al patio trasero de un cementerio de cachivaches, un pesebre oxidado con rechinidos musicales, un frío colándose por las rendijas de lo precario, el hambre de todos los niños del mundo y la esperanza vestida de razones, una mula de papel maché y un gallo de barro despintado que no cantó tres veces ni una, un sequito de mortales transitando por el callejón de al lado y tres reyes magos extraviados en un bar de mala muerte fueron los únicos testigos y evidencias de la historia de éste invierno, en donde ellos dos, pintaron el horizonte del medio oriente de sus deseos, dejaron rastros espolvoreados en el silencio, se prolongaron en un oración sacrílega para celebrarse en presencia o en ausencia cada navidad ajena y propia y morir para siempre.
Aurora retiene aquella navidad única en su vida, la celebra en soledad con el recuerdo encendido, se arrodilla en señal de absoluta condena y se llora entera, sin su redentor de carne y su virginal promesa.


Feliz Navidad queridos amigos y amigas,
que éste nuevo 2008 nos replete de sentir, de amor, de bienestar y compañía!
Gracias por un año más en travesía y cariño.
Les quiero con todo mi corazón.
cieloazzul.
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