domingo, febrero 5

Pascuala


Pascuala despertó con un antojo.
Tenía pendiente un pecado que le estaba esperando desde que había decidido jamás volver a rezar.
Habían pasado tantos años que no repasaba un amén, que había olvidado la desolada sensación de arrepentirse por los antojos y el sentir.
Con los deseos desparramados caminó la ruta que le llevaba siempre a redimir. Sin miedo, sin pausas, sin perdón que pedir, le encontró ahí.
Pascuala ha decidido quedarse ahí sin amén y un montón de antojos para sentir.

cieloazzul.
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