martes, junio 20

Lía...

Tu eres la mujer que más amo en mi vida...
Había dicho él....


Y en esa frase se envolvieron
todos aquellos años de amor clandestino
para volar ...
y quizá..
nunca más retornar...


Cuando Lía se miró a si misma recubierta de añejos deseos y besos postergados comprendió que el amor no tenía mas habitación en su corazón...bajo un manto de añoranzas revueltas reconoció una vida que tras aquel espejo se despabilaba con frenesí y pasión... una vida calladita que vertía entre sábanas alquiladas un mundo conquistado por caricias sobre besos, con nombre y reino propio...

Fue un lunes cualquiera cuando siguiendo un ritual cotidiano se topó con aquella voz que le cambió el mundo, que le abrió un libro en blanco y le prestó la punta de su lengua para escribir en idioma gutural una historia para ser contada....

De sobre todos los hubiera el mas llevado fue el atreverse...el reto constante de batirse en duelo contra las normas sublimes que dictan las buenas costumbres, los principios sin caducar y el pecado implícito en cada mirada, cada roce, cada beso.... cada entrega....

Y no habría sido un tiempo con horario establecido, de no ser por que el día sólo tiene 24 horas, la semana siete días, el mes según su capricho 28, 30 y 31 mañanas con sus noches y el año 365 días, para encontrarse....y también para despedirse....

De no haber sido porque aquella voz tenía un cuerpo, con una boca que besaba con maestría, unos ojos que recitaban poesía, una espalda que parecía un lienzo de Da Vinci, una manos que se hacían cuna, y unas piernas para enroscarse en ellas con temperatura automática, que seguramente el protocolo de las buenas costumbres no habría dado como dardo en la virtuosa vida que Lía estructuraba entre remansos y obligaciones...dignificándose.

Pudo haber sido cualquiera el que rompiera con esa paz añeja y simple, pero no cualquiera el que se colara más allá de lo que el corazón sabio permite en cuestión de afectos, no cualquiera habría podido saltar aquella muralla de compromisos y estigmas.. no cualquiera... tenía que ser él.

Y a él, la vida le sonreía con coqueteo indecente, con aquella libertad que se compra en cada esquina y con aquella sonrisa capaz de sobornar cualquier infracción...

Los besos vinieron solos, por asalto y en trifulca...a veces por instinto, a veces por deseo... a veces por que si.. en cambio las caricias, siempre pedían audiencia, esperaban inquietas que se abriera la puerta del permiso para salir en fuga tras de si como una ráfaga de insultos a la moral... las miradas siempre fueron menos protocolarias, se anunciaban arrogantes para pedir y exigir ser correspondidas, atendidas y comprometidas... y por no saber mentir, esas, las miradas fueron el perdón y la sentencia.

Pero los cuerpos, aquellos castillos con territorios fértiles, se entregaban sin tregua y sin remilgo, se enredaban con insulto y con desdén, se reconocían y desconocían según su antojo y se pertenecían sin decirlo....por pura y simple humanidad. y fueron los mismos cuerpos que se habitaron por deseo, por arrojo de amarse a través de los indebidos, por el hambre de saciarse, por el miedo a los arrepentimientos, por el gusto de probarse, por la consigna del destino, por que se reconocieron y no... y por que una noche se sintieron tan propios y tan suyos, que se bautizaron mutuos para confundirse uno con el otro...

Y fue el tiempo el que arrastró la aventura... un año siguió al otro, de dos en dos, hasta llegar a seis y seis también fueron las despedidas de utilería, seguidos de reconciliaciones furtivas, también seis las ocasiones de olvidos y seis los meses que abundaron las lagrimas, seis otra vez los orgasmos obligados y nuevamente seis los últimos minutos que duró el adiós....seis veces seis.

Y cuando no hubo más tiempo para robarle a los principios perdones, y cuando no hubo mas pretexto que las ganas, y cuando no hubo más amor que vestir de estreno, se vino encima de ambos cuerpos el mar de reclamos y antojos agrios, los besos ausentes y las caricias torpes, las miradas aprendidas de mentiras, los encuentros obligados sin lengua ni pincel...y los 365 días multiplicados por nuevamente seis, cayeron de un solo golpe sobre ellos...sin matarlos, pero si dejándolos mal heridos...

Nuevamente el hubiera se recostó sobre ellos, nuevamente el atreverse lo único que cuenta, nuevamente un Lunes el que los sentencia... para un Adiós...

Y se dieron vuelta dejando atrás la última página en blanco de aquel libro que anunciaba un réquiem...y tras de ellos... un hubiera temblando.... y un Te amo, agonizando.



Te amo hasta que se acaben los Lunes...
Había dicho ella.
Cieloazzul
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