Para Tati,
porque me ha movido el ánimo y se lo merece...
Te quiero amiga...
Cerró el cajón donde guardaba aquellos pendientes especiales, se miró al espejo y se supo viva.
El tiempo se le había instalado en el cuerpo, cada vivencia y cada sentir habían dejado una huella en forma de surco en alguna parte de su cuerpo y rostro, se miró las palmas de las manos y trató de encontrar una señal que le diera motivos para creer.
Afuera el trajín de la gente se confundía con el crujir de las horas, un año estaba a punto de terminar y Victoria aún no tenía claro lo que deseaba para si misma.
En cambio, se había pasado 365 días completos dando y completando el bienestar de todos los que conformaban su vida, esa vida concedida a todos, menos a ella.
Caminó despacio buscando sus zapatos de fiesta, aquellos con que los 12 centímetros de más le eran suficientes para sentirse capaz de rozar el cielo con la yema de los dedos, se perfumó el recuerdo y se sentó a esperar a que el reloj marcara la hora para recibir el amanecer de un nuevo año, para cerrar un tiempo que le había dejado entre sus asignaturas, las vivencias y el temblor oculto de los placeres silenciosos, también la espera interminable entre paredes blancas y una oración olvidada aún pegada en el contorno de sus labios, entre muchos sentires más que le impacientaban y sosegaban de vez en cuando el estar…
Cerró los ojos para recordar un sólo instante que le devolviera la fe y encontró escondido tras los adioses fallidos, un beso infinito, una caricia inmediata, un frenético desalojo de culpas y una ráfaga de segundos colmada de amor.
Dejó que las lágrimas se llevaran todo aquello que le estorbaba en la sonrisa y tosió mil maldiciones por los efectos de las despedidas, también un perdón.
Estiró las piernas, se alargó sobre el sillón que la abrazaba y sonrió para si misma mientras se limpiaba las lagrimas, se inventó un motivo para brindar con la copa de vino espumoso y se creyó el mañana, sin propósitos concretos, sin proyectos delineados, sin promesas fallecidas, sin urgencias ni despedidas.
Al fin y al cabo, la Esperanza la habitaba y el nuevo año la bautizaba.
Nadie más que ella sabía que lo inmediato era,
El tiempo se le había instalado en el cuerpo, cada vivencia y cada sentir habían dejado una huella en forma de surco en alguna parte de su cuerpo y rostro, se miró las palmas de las manos y trató de encontrar una señal que le diera motivos para creer.
Afuera el trajín de la gente se confundía con el crujir de las horas, un año estaba a punto de terminar y Victoria aún no tenía claro lo que deseaba para si misma.
En cambio, se había pasado 365 días completos dando y completando el bienestar de todos los que conformaban su vida, esa vida concedida a todos, menos a ella.
Caminó despacio buscando sus zapatos de fiesta, aquellos con que los 12 centímetros de más le eran suficientes para sentirse capaz de rozar el cielo con la yema de los dedos, se perfumó el recuerdo y se sentó a esperar a que el reloj marcara la hora para recibir el amanecer de un nuevo año, para cerrar un tiempo que le había dejado entre sus asignaturas, las vivencias y el temblor oculto de los placeres silenciosos, también la espera interminable entre paredes blancas y una oración olvidada aún pegada en el contorno de sus labios, entre muchos sentires más que le impacientaban y sosegaban de vez en cuando el estar…
Cerró los ojos para recordar un sólo instante que le devolviera la fe y encontró escondido tras los adioses fallidos, un beso infinito, una caricia inmediata, un frenético desalojo de culpas y una ráfaga de segundos colmada de amor.
Dejó que las lágrimas se llevaran todo aquello que le estorbaba en la sonrisa y tosió mil maldiciones por los efectos de las despedidas, también un perdón.
Estiró las piernas, se alargó sobre el sillón que la abrazaba y sonrió para si misma mientras se limpiaba las lagrimas, se inventó un motivo para brindar con la copa de vino espumoso y se creyó el mañana, sin propósitos concretos, sin proyectos delineados, sin promesas fallecidas, sin urgencias ni despedidas.
Al fin y al cabo, la Esperanza la habitaba y el nuevo año la bautizaba.
Nadie más que ella sabía que lo inmediato era,
SER FELIZ...
FELIZ 2010 QUERIDOS AMIGOS, GRACIAS POR ACOMPAÑAR MIS SECRETOS A LO LARGO DE ESTE 2009.
LES QUIERO CON TODO MI CORAZÓN.
SEAN TAN FELICES COMO LO ANHELEN!
Cristina.
cieloazzul.
Todos los Derechos Reservados
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5 comentarios:
Feliz Año Cristina.
Gracias por este nuevo secreto para contar.
Que no perdamos nunca la esperanza.
Te quiero infinito.
Besos.
Gracias amiga mía, este secreto va a quedar en mi alma para los restos, hacen falta tan poco las palabras para sabernos, para conocernos, para intuirnos, para estar siempre ahí, en ese sitio donde sólo el corazón impera y late con la fuerza del amor y del cariño, el que yo siento por ti. Algo me dice que este año va a ser especial, es redondo con tanto cero, abramos el alma y nuestra vida a la esperanza, creo lo merecemos.
Te abrazo con la fuerza que me queda después de la emoción.
Te quiero desde la entraña. Mil besos para toda la familia. CHIN CHIN
Precioso Cristina.
Feliz 2010 querida amiga.
Querida amiga, tus secretos son maravillosos y nos hacen reconocernos en ellos, y volver a vivir. Hay mucha sabiduría en ellos y espero que el nuevo año mantenga tu exquisita inspiración. Sé muy feliz, querida cris. Un abrazo muy fuerte.
¡bien por victoria!
biquiños,
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