sábado, marzo 22

Amantes...

Para cuando se hizo de día el amor se había convertido en una paloma de alas doradas, con ojos brillantes y el corazón hinchado de ansias de libertad….

Había una sola razón para que los amantes se existieran y era la verdad absoluta de saberse uno para el otro, la levedad de lo imposible sobre lo posible y la incongruencia del deber sobre el ser…por eso, amantes como siempre, se prodigaban silencios en forma de besos y frazadas de palabras como caminos florecidos, no había más que el explosivo deseo de existirse aún en las tantas muertes que en las noches les rondaba junto a la distancia del cuerpo.

Amigos fueron siempre que la razón se les dormía, entonces el parloteo de un cotidiano se les venía encima entre saltos de conciencia, el simple tacto de los sentidos era suficiente para existirse y prolongarse, no había más que dejarse invadir por el invisible capricho de pertenecerse para evolucionar en forma de tiempo hacia el mañana.
Hermanos fueron siempre que la sangre se les amalgamaba en un torrente de añoranzas, cuando se reconocían hijos de un mismo universo en el cual los ojos y la sonrisa tenían la misma carga genética del sol, cuando la caricia y el ombligo la misma tersura de la tierra, cuando el deseo se les convertía en fluidos de caramelo y les bastaba saberse hijos de un mismo tiempo.

Esposos fueron cuando había que permanecer a una sociedad de apariencias disfrazadas, cuando en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en lo prospero y en lo adverso había que prolongarse, cuando en la cotidiana rutina el beso de despedida y el abrazo de “buenas noches” bastaban para saberse núcleo de armonía.

Pero amantes fueron siempre que se amaron en plenitud de querencias, en la evolución de la existencia compartida, en la diáfana conquista de un minuto más para sentirse y en el minúsculo instante de un adiós irrevocable.

Amantes fueron siempre que se reconocieron, con el pan y el vino en comunión de lo prohibido, con el perdón sin arrepentimiento y la indulgencia en el destino.

-Tan lejanos-, - tan desconocidos-
- tan cercanos-, - tan conocidos-
-Tan ellos-

Amantes fueron siempre que se complacieron, en la caricia del hijo, en la mirada del anciano, en el llanto del recién nacido, en la lagrima del duelo, en la madrugada con miedo y en el crepúsculo del mañana.

Amantes fueron en el beso delincuente, en el roce indecente que les despertaba el instinto, en el darse a cuenta gotas para beberse en manantiales, en el orgasmo redondo que se alargaba en el infinito, en el sudor que como un bautizo nuevo los redimía, en el frotarse hasta tatuarse la carne con el siempre de un jamás, hasta olvidarse de los finales inevitables y renacerse.
Amantes, amigos, amantes, siempre amantes, en el verbo, en la palabra, en el silencio y en el mismo instante en que se reconocieron.

Amantes... hasta aquel día en que se hizo de día y el amor se había convertido en una paloma de alas doradas, con ojos brillantes y el corazón hinchado de ansias de libertad y AMOR.

cieloazzul.
Todos los Derechos Reservados
Copyright ©All rights reserverd.