jueves, abril 23

Hilaria...


Esa noche se besaron a medias, se tocaron con el conocimiento que los años permiten, brevemente se reconocieron.
Hicieron el amor acompañados por el canto de un grillo intruso.
Afuera llovía.
Adentro también.
Unos minutos después cada uno se acomodó sobre su isla durmiente.
No hizo falta apagar la luz.
- Feliz aniversario- Dijo él entre murmullos.
- Feliz aniversario- respondió Hilaria con una sonrisa añeja.
- Te amo- Dijeron los dos para sí mismos.
Y amaneció.
Afuera había un sol inmenso.
Adentro, no paraba de llover.

cieloazzul.
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viernes, abril 3

Manuela...

Un día Manuela despertó con la sensación de haberse muerto por fuera.
Se miró al espejo y se horrorizó al ver que sus ojos que antes eran del color del atardecer , se habían vuelto completamente blancos, que su boca estaba seca y amarilla, que el resto de su cuerpo, incluyendo el ombligo tenían el aspecto de un muerto.
Sin dar crédito a su horror, comprobó que todo lo que tocaba con sus manos de muerta estaba tan frío como su cuerpo, que el mismo piso que tantas veces caminó descalza le era insensible al tacto, entonces lo notó, flotaba.
Corrió como un fantasma por toda la casa, abriendo puertas y ventanas para sentir el aire y de paso despertar por completo de la pesadilla que le seguía aún con los ojos abiertos.
Pasó delante de sus cuatro hijos que la miraron así, como se mira lo invisible, pasó encima del perro que dormía en el umbral de la puerta y el perro ni se inmutó. Buscó al marido que se le había olvidado que existía y éste apenas la reconoció.
- Que te pasa mujer?- Dijo sin mirarla.
- Me ves? Dime me ves?- Dijo Manuela sacudiendo los brazos.
- Te veo y parece que viste un muerto- Dijo el marido sin mirar
- Exacto, lo vi- Dijo Manuela con los ojos aterrados.
Y el marido que conocía esas muertes repentinas desde hacía años, no la volvió a mirar.
Manuela insistió…
- Estoy muerta-
- Estás loca- Dijo el marido alzando los ojos para sonreír.
- No te rías, soñé que se me moría el cuerpo y mírame bien, estoy muerta- Dijo Manuela con un nudo en la garganta.
- Pues yo te veo andando y rezongando y eso los muertos no lo hacen- Dijo el marido ya preocupado por la expresión de muerta de Manuela
- Tócame, tengo la piel seca y fría, de muerta- Dijo Manuela acercándose con un dejo infantil hacia su esposo.
El marido que se había olvidado también de Manuela y del terciopelo de su piel, le quitó las ropas despacio y pasó su mano desde el cuello hasta el ombligo, entonces se horrorizó al ver que por donde pasaba su mano la piel se pulverizaba dejando a Manuela un camino de carne encendida y húmeda.
- Me lleva! Te duele? – Dijo el marido mirándose la palma de la mano, para inmediatamente pasarle ambas manos por todo el cuerpo, por entre las piernas, por entre los brazos, por los senos y la espalda, por entre los pliegues y por entre lo ya olvidado.
Manuela que se sabía muerta cerró los ojos para abandonarse al último instante de vida, apretando los dientes, los puños y la boca.
El marido pronto pasó del horror al gusto por sentir la piel de una extraña conocida. Pasó una y otra vez las manos y la lengua por toda aquella piel enrojecida y palpitante, hasta que Manuela tuvo la sensación de morirse de una vez por todas.
- Me muero!, Ahora si me muero completa!- Dijo abandonándose al instante con los ojos encendidos.
Entonces el marido, que se sabía ya viudo, cerró la puerta por dentro y después de besarle y tocarle lo que le faltaba le dio un entierro digno de resucitar.