martes, abril 25

Regina


REGINA...
Cuando Regina nació las estrellas se encontraban de fiesta, así que fue dotada por todas las gracias suntuosas que cualquiera hubiera podido desear... un rostro ingenuo acompañado de una sonrisa turquesa, ojos color avellana que bien podían parecer un lago al atardecer, un olfato delicado, tez dorada como los trigales de cualquier estampa y un cuerpo curvilíneo lleno de ritmo y cadencia...
cuando salió de entre las piernas de su madre, que se desgarraba en gritos y pujidos, Regina recibió el primer impacto del mundo con un gemido en vez de un llanto agudo y ensordecedor...
Pascuala, la partera del pueblo, se puso de rodillas e invocó a todos los santos conocidos y desconocidos...metió de bruces a ese pequeño pedazo de piel gris en una cubeta de agua tibia y la enjuagó con agua bendita rezando horrorizada...
La madre de Regina se incorporó del susto, arrebató a su pedazo de carne de las histerias de Pascuala, le secó el rostro amoratado, le peinó la pelusa dorada, la secó con sus besos y la apretó contra su pecho mirándole extasiada la lengua hambrienta buscando comida.
Regina encontró el pezón a punto de turrón, succionó experimentada hasta abrir los ojos para mirar a su madre, quien al encontrarse con ese pedazo de luz le besó la frente, conjurándole las gracias faltantes...
Dadas las ideologías, Regina fue alimentada con leche materna hasta que el pezón fue insuficiente en su boca, hasta que prefirió chupar un caramelo y recorrer los pasillos de su casa por su propio pie, Eva, su madre, vivía para admirar a su hija, para agradecer cada luna la existencia de su pecado indecente, sobre todo, para inventar los futuros mas ensoñadores que jamás había imaginado para ella.
Cuando Regina cumplió 15 años, besó por primera vez a Remigio, joven puberto que apenas si cantaba el abecedario completo, dueña de una boca endemoniada, Regina desvirginó a Remigio a besos...
No hubo hombre que no incluyera en sus fantasías ser pecado de esa boca.
Se desarrolló distinta a las demás adolescentes, conforme pasaban los veranos, su boca se hacía una leyenda, nunca lloró, en su caso, gimió...
No tenía amigas, su presencia estaba prohibida en todas las casas, en todas las fiestas, en todas las ferias, esa boca, era mal augurio, despertaba demonios dormidos derivando que hasta los sacerdotes ofrecieran sermones por su salvación.
Regina vivía feliz, no necesitaba amigas con quien ser paño, tenía todos los oídos masculinos a su disposición y todos los gemidos en ritmos para dar a cambio.
Virgen de la entrepierna y cortesana de los labios, Regina creció frondosa y etérea... alguna proteína no incluida en la alimentación del resto le daba además de una salud envidiable, una resonancia gutural a la hora del llanto con sonido a gemido...
Nunca se supo a cual de todos esos manjares amó mas, nunca mostró preferencia alguna, Regina amó cada sorbo y saboreó cada trozo de carne que probó, Nunca se casó con nadie, en cambio, se desposó con todos...
Toda clase de sabores conoció Regina, desde los mas simples hasta los mas sofisticados, nunca se alimentó de nada que no fuera el alimento blanco de pecados...de modo que conoció a los hombres por su sabor, determinó sus tristezas por su sazón, a cambio siempre de la melodía de gemidos que de esa boca se derramaban, en la que mas que un mal augurio.... parecía una bendición..
A Regina le envejeció el cuerpo, nunca la boca, cuando anciana y sola, la muerte la encontró repasando un banquete de fiesta, el mejor, recordó uno a uno los platillos, relamió débilmente sus sabores, evocó el plato fuerte hasta sentirlo correr por su garganta y esófago, la edad, la precaria edad tomó a Regina engolosinada con el recuerdo y los ojos desorbitados...

Fué una muerte escandalosa...
Nadie antes había muerto masticando los recuerdos y entonando un réquiem de gemidos.

cieloazzul

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